En Reunión, el surf renace después de los ataques de tiburones
Entre 2011 y 2019, la costa oeste de la isla francesa de Reunión, en el océano Índico, registró 24 ataques de tiburones, 11 de ellos mortales. Después de seis años sin incidentes gracias a un arsenal de medidas de seguridad, el surf se va recuperando progresivamente en sus playas.
Con una tabla bajo el brazo y vestida con un maillot donde se lee "Ti Vague Surf School", Charles Cassin sale del agua y camina por la arena negra de L'Étang-Salé-les-Bains, en el sudoeste de Reunión.
"Es apenas la segunda vez que hago surf", sonríe este treinteañero, que vive desde hace tres años a unos kilómetros de esta playa.
"Vamos a irnos pronto de La Reunión", añade mirando a su novio, Quentin Dominique. "Así que antes de irnos queríamos probar esto, aunque me dan miedo el agua y los tiburones", reconoce.
Es un temor que comparten casi todas personas que se inician en el surf o que lo practican de manera puntual en este lugar.
"Cada vez me da menos miedo pero es algo en lo que siempre piensas", dice por su parte Julie Levanti, de 25 años, que se inició en este deporte con varios intentos de domar las olas en Saint-Leu, el lugar más célebre de la isla para esta práctica y que está situado algo más al norte.
"Hay gente que surfea todos los días y a la que no le pasa nada. Eso tranquiliza", explica.
- Sin ataques desde 2019 -
Entre 2011 y 2019, la llamada "crisis de los tiburones" generó un gran impacto en esta isla. El Centro de Seguridad por Tiburones (CSR), la entidad de interés público que analiza los riesgos por ese tipo de ataques, contabilizó 48 mordeduras a humanos entre 1980 y 2021, pero entre 2011 y 2019 hubo 11 ataques mortales.
Las víctimas en esa crisis fueron buceadores, simples bañistas y, sobre todo, surfistas, con "un 69% de las 48 personas atacadas entre 1980 y 2021", contó el CSR.
La consecuencia inmediata de ello fue que el número de practicantes habituales de surf se desplomó, "dividiéndose entre ocho entre 2011 y 2013" y las escuelas de surf pagaron el precio de la crisis.
Ante este riego, las autoridades han desplegado una serie de medidas inéditas.
Desde 2013, el baño, el surf y el bodyboard están prohibidos fuera de las zonas consideradas de seguridad y protegidas por redes anti-tiburones.
A ello se añaden drones y motos de agua, que ayudan a la vigilancia de los escualos en las zonas donde se practica surf, así como un programa de pesca planificada que prioriza las especies más peligrosas como el tiburón lamia o el tiburón tigre.
Desde el CSR se han impulsado además campañas científicas para comprender mejor el comportamiento de estos animales marinos.
La estrategia ha dado sus frutos: no se ha registrado ningún ataque desde 2019.
- Nuevas escuelas -
En ese contexto de apaciguamiento, el surf ha renacido en Reunión. Algunos escuelas han reabierto y otras se han creado, como ocurre con la "Ti Vague Surf School", que acoge a alumnos desde junio.
"Todos mis cursos estaban completos durante las vacaciones de octubre", celebra su fundador, Antoine Delhon.
"Sentimos que hay un auténtico interés de parte de la gente. A veces tienen algo de temor, pero les tranquilizamos", añade.
Hoy, ocho escuelas están repartidas por el litoral reunionés, cuando eran 14 antes de la crisis de los tiburones. En L'Étang-Salé, los cursos se han retomado gracias al dispositivo de vigilancia de la asociación Ressac, que realiza rondas de reconocimiento con motos de agua para detectar posibles amenazas y "hacer evacuar la zona" si es necesario.
Los vigilantes también hacen análisis sobre el grado de turbiedad del agua y el surf solo se autoriza si la visibilidad supera los ocho metros y si las condiciones meteorológicas son buenas.
A pesar de estos protocolos, desde las motos de agua se detecta un tiburón "al menos una vez al mes", cuenta Benjamin André.
"Los dispositivos demuestran que funcionan. Todo el mundo se alegra de volver a la vida en el agua y en las playas", apunta con alivio.
T.Hokulani--HStB