Para evitar el abismo, cumbre de Belém llama a no abandonar la lucha por el clima
Líderes mundiales llamaron este jueves a no abandonar la lucha por el clima para albergar todavía esperanzas de salvar el planeta y cargaron contra el negacionismo de Donald Trump, en una cumbre previa a la COP30 de la ONU en la ciudad amazónica de Belém.
Apenas una treintena de jefes de Estado y de gobierno respondieron a la invitación del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva para acudir a esta ciudad fluvial, previa a la conferencia climática COP (10-21 de noviembre).
La cita de dos días se abrió poco después de que la ONU informara que el año 2025 se perfila como uno de los más cálidos jamás registrados, coronando más de una década de altas e inéditas temperaturas.
"Hemos fracasado" en el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 °C respecto a la era preindustrial, dijo en Belém el secretario general de la ONU, António Guterres.
Pero "nunca estuvimos mejor equipados para contraatacar", con instrumentos como las energías renovables, agregó.
El anfitrión Lula también lanzó un llamamiento a actuar ya.
"La ventana de oportunidades" para salvar el planeta "se cierra rápidamente", advirtió en su discurso de apertura.
Cargó a la vez contra las mentiras de "fuerzas extremistas" que favorecen la "degradación ambiental".
El colombiano Gustavo Petro fue más explícito: "Donald Trump tiene una conducta personal de negación de la ciencia" y lleva a la humanidad "al abismo".
En la misma línea, el chileno Gabriel Boric afirmó que el presidente estadounidense sostiene que "la crisis climática no existe y eso es mentira".
Sin citar a Trump, el francés Emmanuel Macron pidió elegir la "ciencia frente a la ideología".
Ciento setenta países participan en la COP30, pero Estados Unidos, el segundo mayor contaminador del mundo después de China, no enviará una delegación.
Trump ignoró la conferencia. La segunda retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París se suma a un entorno internacional tenso, de guerras comerciales y conflictos.
La mayoría de los líderes del G20, incluidos China e India, tampoco asisten a la cita.
- Ritual amazónico -
"Nada empieza en la Amazonía sin un ritual", dijo a la AFP Walter Kumaruara, un hombre indígena de 29 años de la región, durante una ceremonia de pueblos amazónicos, frente al centro de negociaciones.
"Tantas caras de nuestra gente estampadas por la ciudad, pero nosotros no estamos dentro de este evento", lamentó.
Unos 870.000 indígenas viven en la Amazonía brasileña y sus tradiciones son consideradas clave para mantener en pie la mayor selva tropical del planeta.
Para la presidencia brasileña, el objetivo de la COP30 es salvar la cooperación internacional diez años después del Acuerdo de París.
Brasil no busca grandes decisiones en Belém: quiere que la COP30 consagre compromisos concretos y organice un seguimiento de las promesas pasadas, por ejemplo, sobre el desarrollo de energías renovables.
Lula lanzó este jueves un fondo dedicado a la protección de los bosques tropicales (TFFF). Noruega indicó que quiere invertir 3.000 millones de dólares, mientras Brasil anunció un aporte de 1.000 millones y Francia, de 575 millones.
- "No es caridad" -
Buena parte del mundo en desarrollo sigue insatisfecho tras el acuerdo del año pasado en Bakú sobre financiación climática y quiere volver a poner el tema sobre la mesa.
"No se trata de caridad, sino de necesidad", declaró a la AFP Evans Njewa, diplomático de Malaui que preside el grupo de los países menos desarrollados.
"Muchos de nuestros países no podrán adaptarse a un calentamiento que supere 2° C", confió a la AFP Ilana Seid, diplomática del archipiélago pacífico de Palaos y presidenta del grupo de pequeños estados insulares (Aosis).
La reunión de líderes antecede a la COP30, que ha supuesto un gran desafío logístico para Belém, una ciudad pobre y con reducida capacidad hotelera.
La elección de esta urbe encareció los precios y complicó la llegada de pequeñas delegaciones y ONG.
Las autoridades aprovecharon no obstante para dar una cara nueva a la ciudad de casi 1,4 millones de habitantes, de los cuales la mitad vive en favelas.
"Con las obras que se hicieron, Belém mejoró mucho: quedará un gran legado para nosotros, la ciudad está mucho más linda", dice Rosiane Brito, una empleada administrativa de 40 años.
Se movilizaron unos 10.000 agentes de las fuerzas del orden, así como 7.500 militares.
M.Akona--HStB